Día 18: Tokyo, Barcelona

Hoy partimos destino Barcelona, así que debemos despedirnos de Japón. Como el avión sale al mediodía, decidimos tomárnoslo con calma y volver con el mismo tren con el que llegamos.
La línea Keisei es la opción más lenta para cubrir la distancia entre el aeropuerto de Narita y Tokyo ya que tarda entre 70 y 80 minutos pero también es la opción más económica, ya que por solo 1000 yens (10€) se hace el trayecto.
Las más de doce horas hasta Roma se hacen pesadas, y las pasamos como podemos entre películas, cabezadas y aburrimiento.
Esta vez, la escala en Roma es más larga, lo que hace el viaje bastante peor que la ida, donde la escala fue de sólo 45 minutos, así que no nos dio tiempo a hacer mucho o aburrirnos. En la vuelta la escala es de casi tres horas, por lo que después de dar vueltas por la terminal, recorrernos la mayoría de las tiendas y comprar unas aguas no sabemos ya que hacer, y el cansancio aparece haciendo la espera bastante incómoda.
Una vez en el último avión el trayecto ya pasa rápidamente, será por las ganas o porque no llega a las dos horas.
Llegamos a Barcelona por la madrugada, así que vamos directos a la cama y ya desharemos las maletas y todo al día siguiente.
El balance del viaje es extraordinario, quedamos maravillados de todo lo visto, y es que como comentamos varias veces entre nosotros, a nuestro parecer, si viajas por Europa o incluso EE.UU., hay variaciones culturales pero ni mucho menos son tan drásticas como las que hemos vivido en Japón.
La gente es muy diferente, en general son extremadamente educados y serviciales, es como genético, no adquirido, pero te hacen sentir muy bien, y hasta absorbes parte de su carácter y actuas de otra manera cuando te encuentras en este país.
No sé si repetiremos, pero no porque no nos haya gustado, sino porque existen infinidad de países y culturas por descubrir, pero el viaje ha valido muchísimo la pena. ¡Volvemos encantados!

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